La luna en tu mirada
- Los zafiros
Perfume de tu aliento en un suspiro, rendida acariciada por mi voz, que va hacia más allá del infinito ardiendo en la fiebre de mi amor. Locura azul, intimidad maravillosa, aprisionada por la noche, y por mi amor.
AnónimoLa luna en tu mirada
- Los zafiros
La noche y tú. Vive la luna enamorada. Y al contemplarle su mirada, me hace soñar. Fascinación, revelación que me extasía. Raro esplendor de fantasía que vive en ti.
Espacios naturales
- La marisma Doñana
La marisma (zona húmeda de extraordinaria importancia como lugar de paso, cría e invernada para las aves europeas y africanas) es uno de los ecosistemas más sobresaliente de Doñana; aquél que le presta singularidad y al que debe su excepcional importancia como estación faunística. La playa, al sur, es el origen de las formaciones dunares constituidas por grandes extensiones de arena fina que se van amontonando sobre los pinares, conformándose así uno de los paisajes más espectaculares de Doñana.
Goyo Jiménez
- Ser joven es una cuestión de actitud
Ahora todo esto nos parece rancio, anticuado. Si te hace eso tu padre, te ríes de él. ¿Sabéis lo que os digo? ¿Sabes lo que te digo? Que a ti también te va a pasar, ¿eh? A todo cerdo le llega su San Martín. O como dice el poeta: juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver.
Paolo Sorrentino
- La grande bellezza (2013)
Stefania, qué tontería. ¿Sabías que Flaubert quería escribir un libro sobre nada? Si te hubiese conocido, tendríamos un libro brillante; qué pena. No tiene nada que ver contigo, no soy un misógino, soy un misántropo. Cuando el odio está involucrado hay que apuntar por las alturas.
Paolo Sorrentino
- La grande bellezza (2013)
Viajar es útil, hace trabajar a la imaginación, todo el resto es desilusión y fatiga. El viaje aquí presentado es enteramente imaginario, de ahí su fuerza.
Hatake Kakashi
- El vacio de la vida
Parece que ninguno de nosotros ha llevado una vida encantadora, ¿verdad? Sin embargo, no es tan malo. Al menos tú y yo hemos tenido la suerte de encontrar nuevos compañeros para ayudar a llenar el vacío.
J. R. R. Tolkien
- El señor de los Anillos: Las dos Torres
Al alba se dispusieron a reanudar la marcha. El amanecer era pálido y gris, y no vieron salir el sol. Arriba se cernía una niebla espesa y un olor acre flotaba sobre el suelo. Avanzaban lentamente, cabalgando ahora por la carretera. Era ancha y firme, y estaba bien cuidada. Vagamente, a través de la niebla, alcanzaban a ver el largo brazo de las montañas que se elevaban a la izquierda.
J. R. R. Tolkien
- El señor de los Anillos: Las dos Torres
Aún no había nubes en el cielo, pero la atmósfera era pesada y demasiado calurosa para esa época del año. El sol subía velado por una bruma, perseguido palmo a palmo por una creciente oscuridad, como si un huracán se levantara en el este.
J. R. R. Tolkien
- El señor de los Anillos: Las dos Torres
No encendieron hogueras, pues no sabían lo que la noche podía depararles; pero rodearon el campamento con una guardia de centinelas montados y algunos jinetes partieron a explorar los caminos, deslizándose como sombras entre los repliegues del terreno.
J. R. R. Tolkien
- Las dos torres
Desde el fondo de sombras los hobbits se atrevieron a mirar atrás: pequeñas figuras furtivas que a la débil luz parecían niños elfos en los abismos del tiempo mirando asombrados desde la floresta salvaje la luz de la aurora.
J. R. R. Tolkien
- Las dos torres
Marchó adelante y se metió bajo las ramas enormes. Los árboles parecían no tener edad. Unas grandes barbas de liquen colgaban ante ellos, ondulando y balanceándose en la brisa.
J. R. R. Tolkien
- Las dos torres
Al atardecer llevó a los hobbits a una casa éntica que era solo una piedra musgosa puesta sobre unas matas de hierba en una barranca verde. Unos fresnos crecían en círculo alrededor y había agua, como en todas las casas énticas, un manantial que brotaba en burbujas de la barranca.
J. R. R. Tolkien
- Las dos torres
Todo ese día caminaron con él por los bosques, cantando y riendo, pues Ramaviva reía a menudo. Reía si el sol salía de detrás de una nube, reía cuando encontraban un arroyo o un manantial: se inclinaba entonces y se refrescaba con agua los pies y la cabeza; reía a veces cuando se oía algún sonido o murmullo en los árboles.
J. R. R. Tolkien
- Las dos torres
Me llamo Bregalad, lo que en vuestra lengua significa Ramaviva. Pero esto no es más que un apodo, por supuesto. Me llaman así desde el momento en que le dije sí a un ent anciano antes de que terminara de hacerme una pregunta. También bebo rápidamente y me voy cuando otros todavía están mojándose las barbas.
J. R. R. Tolkien
- Las dos torres
Los elfos inventaron muchas canciones sobre la Busca de los Ents, y algunas de esas canciones pasaron a las lenguas de los hombres. Pero nosotros no compusimos ninguna canción y nos contentamos con canturrear los hermosos nombres cuando nos acordábamos de las ents-mujeres.
J. R. R. Tolkien
- Las dos torres
Pero el tiempo fue pasando y salíamos y nos alejábamos cada vez menos. Y ahora las ents-mujeres son solo un recuerdo para nosotros, y nuestras barbas son largas y grises.
J. R. R. Tolkien
- Las dos torres
Nuestra pena era muy honda. No obstante, el bosque salvaje nos reclamaba y volvimos. Durante muchos años mantuvimos la costumbre de salir del bosque de cuando en cuando y buscar a las ents-mujeres, caminando de aquí para allá y llamándolas por aquellos hermosos nombres que ellas tenían.