Tyler Durden
- La Vida II
Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seríamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock, pero no lo seremos y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy cabreados.
Tyler Durden
- La Vida
La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida.
Juan Manuel Fangio
Tenía que llegar en poco más de una noche desde Londres hasta Milán. Conseguí un vuelo que me dejó en París, había tormenta sobre toda Europa y los aviones no podían despegar. Allí, Maurice Trintignant me prestó un viejo Renault y llegué a Monza después de conducir toda la noche con lluvia. Durante la carrera, el cansancio fue más fuerte que yo.
No llora
No sé si irán al viento estas palabras, pero yo he escuchado al viento hablar... Cuando no tenga a nadie cerca y el dolor, no la deje pensar, y si no están mis ojos para buscar respuestas. No llora...
anónimo
- Paz en el hogar, ¿por qué es tan difícil?
Quizás usted esté de acuerdo con que bastan unas cuantas palabras mal escogidas y dichas en un mal momento para causar mucha tensión. Lo que empezó como una conversación tranquila puede convertirse rápidamente en una fuerte discusión. La verdad es que todos nos equivocamos y a veces decimos cosas que no deberíamos decir. Por eso es tan fácil malinterpretar lo que otros dicen y también sus motivos. Aún así, es posible llevarse bien y disfrutar de cierto grado de tranquilidad en el hogar.
I. Kant
- ¿Qué es la ilustración?
Pero solo alguien que por estar ilustrado no teme las sombras y, al mismo tiempo, dispone de un ejército numeroso y disciplinado, que les garantiza a los ciudadanos una paz interior, solo él podrá decir algo que no es lícito en un Estado libre: ¡razonad tanto como queráis y sobre lo que queráis, pero obedeced! Se muestra aquí una extraña y no esperada marcha de las cosas humanas; pero si la contemplamos en la amplitud de su trayectoria, todo es en ella paradójico.
Gabriel García Márquez
- Cien años de soledad
Sin embargo, antes de llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.
Gabriel García Márquez
- Cien años de soledad
Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa cerca de la aldea, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los nuevos inventos. Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquíades, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia.
Franz Kafka
- La metamorfosis
Apenas había entrado, sin tomarse el tiempo necesario para cerrar la puerta, y eso que siempre ponía mucha atención en ahorrar a todos el espectáculo que ofrecía la habitación de Gregorio, corría derecha hacia la ventana y la abría de par en par, con manos presurosas, como si se asfixiase y, aunque hiciese mucho frío, permanecía durante algunos momentos ante ella, y respiraba profundamente.
John Kennedy Toole
- La conjura de los necios
Salí rápidamente del garaje con mi carro, camino del Barrio Francés. En ruta, fueron muchos los peatones que apreciaron favorablemente mi semidisfraz. Con el sable golpeteando en el costado, el pendiente balanceándose en el lóbulo, el pañuelo rojo brillando al sol con la suficiente luminosidad como para atraer a un toro, crucé la ciudad con paso resuelto, dando gracias por seguir aún vivo, acorazándome contra los horrores que me esperaban en el Barrio Francés.
John Kennedy Toole
- La conjura de los necios
En 1976, yo daba clases en Loyola y, un buen día, empecé a recibir llamadas telefónicas de una señora desconocida. Lo que me proponía esta señora era absurdo. No se trataba de que ella hubiera escrito un par de capítulos de una novela y quisiera asistir a mis clases. Quería que yo leyera una novela que había escrito su hijo (ya muerto) a principios de la década de 1960. ¿Y por qué iba a querer yo hacer tal cosa?, le pregunté. Porque es una gran novela, me contestó ella.
Marguerite Yourcenar
- Memorias de Adriano
Las distracciones de Alejandría empezaban a agotarse. Flegón, que conocía todas las curiosidades locales, la alcahueta o el hermafrodita célebre, nos propuso visitar a una maga. Aquella proxeneta de lo invisible habitaba en Canope. Acudimos de noche, en barca, siguiendo el canal de aguas espesas. El trayecto fue aburrido. Como siempre, una sorda hostilidad reinaba entre los dos jóvenes; la intimidad a la cual yo los forzaba no hacía más que aumentar su mutua aversión.
Sun Tzu
- El arte de la Guerra
La guerra es de vital importancia para el Estado; es el dominio de la vida o de la muerte, el camino hacia la supervivencia o la pérdida del Imperio: es forzoso manejarla bien. No reflexionar seriamente sobre todo lo que le concierne es dar prueba de una culpable indiferencia en lo que respecta a la conservación o pérdida de lo que nos es más querido; y ello no debe ocurrir entre nosotros.
Federico Moccia
- Esta noche dime que me quieres
En una esquina del local yacía un pequeño piano. Era de madera negra y en la parte da arriba, tenía grabada alguna inscripción, como un simple recuerdo de fugaces amores de verano. Todos sus amigos empezaron a animarla de una manera tan ruidosa que, dentro del local, incluso otros turistas se unieron al entusiasmo sin acabar de entender el motivo. Empezaron a dar palmas con los italianos, listos para recibir con alegría lo que fuera que pudiera ocurrir unos instantes después.
Mathias Malzieu
- La Mecánica del Corazón
Fíjate en los funambulistas, ¿crees que piensan en que tal vez caerán cuando caminan cuidadosamente por la cuerda? No, ellos aceptan ese riesgo y disfrutan del placer que les proporciona desafiar el peligro.
Ray Bradbury
- Fahrenheit 451
Si el Gobierno es poco eficiente, excesivamente intelectual o aficionado a aumentar los impuestos, mejor es que sea todo eso que no que la gente se preocupe por ello. Tranquilidad, Montag. Dale a la gente concursos que puedan ganar recordando la letra de las canciones más populares, o los nombres de las capitales de Estado, cuánto maíz produjo Iowa el año pasado.
Gabriel García Márquez
- Memoria de mis putas tristes
Me volví otro. Traté de releer los clásicos que me orientaron en la adolescencia, y no pude con ellos. Me sumergí en las letras románticas que repudié cuando mi madre quiso imponérmelas con mano dura, y por ellas tomé conciencia de que la fuerza invencible que ha impulsado al mundo no son los amores felices sino los contrariados. Cuando mis gustos en música hicieron crisis me descubrí atrasado y viejo, y abrí mi corazón a las delicias del azar.
Carlos Ruiz Zafón
- La sombra del viento
Nada me había dicho de aquel extraño tembleque de manos que convertía cada botón, cada cremallera, en tarea de titanes. Nada me había dicho de aquel embrujo de piel pálida y temblorosa, de aquel primer roce de labios ni de aquel espejismo que parecía arder en cada poro de la piel. Nada me contó de todo aquello porque sabía que el milagro sólo sucedía una vez y que, al hacerlo, hablaba un lenguaje de secretos que, apenas se desvelaban, huían para siempre...
The Matrix.
- El arquitecto.
Tu vida solo es la suma del resto de una ecuación no balanceada connatural a la programación de Matrix, eres el producto eventual de una anomalía que a pesar de mis denodados esfuerzos no he sido capaz de suprimir de esta armonía de precisión matemática. Aunque sigue siendo una incomodidad que evito con frecuencia, es previsible y no escapa a unas medidas de control que te han conducido inexorablemente hasta aquí.
John C. Batlle
- La muerte
Muchas personas temen a la muerte. Temen a ser olvidados por las personas que conformaban su entorno social y familiar. La muerte no es muerte, es un paso a la vida eterna. Más allá de un ataúd, tu espíritu se eleva hasta las puertas del cielo.