Comentarios recientes

Marcus Aurelius
Some faulty logic here. If you didn't have what you have wouldn't the same advice …

Francis Calley Gray
Fantastic quote!

Red Foley
@lisa74 maybe that's the actual name of the book/passage/song/whatever it is?

William James
Fantastic quote!

Jefferson Davis
hola!

Más

Citas

Agregar una nueva cita

Citas recientes - Mejores citas - Peor citas -

Anónimo
Una vez navegando por internet leí un comentario en un foro que decía: "el gusto adquirido no es más que las papilas gustativas cayendo víctimas del síndrome de Estocolmo".

Anónimo
Hay un proverbio chino que dicta: "Si estás planificando para un año, siembra arroz. Si planificas para una década, planta árboles. Si tienes planes para una vida, educa."

Anónimo
Si el orden constitucional ya no cuenta con el consentimiento del pueblo, pierde su legitimidad política. Si se desea evitar una revolución violenta y una contrarrevolución, es esencial respetar los procedimientos legales. Pero al mismo tiempo, mantener la ley por sí sola no puede crear legitimidad política.Si el orden constitucional ya no cuenta con el consentimiento del pueblo, pierde su legitimidad política. Si se desea evitar una revolución violenta y una contrarrevolución, es esencial respe

Anónimo
La oscuridad, la algarabía y sobre todo el acto ilegal que estaba a punto de cometer no formaban parte de mi vida cotidiana, sin embargo, proseguí y llegué a la habitación. Respiré hondamente. Abrí la puerta con el temblor de la mano como testigo y reuniendo el poco valor que me quedaba crucé el umbral prohibido.

Anónimo
Mediante la intermitente luz del mechero me desplacé sigilosamente por el pasillo. Oí voces procedentes de una de las habitaciones y a medida que avanzaba en busca de la habitación estas se convirtieron en risa, no en risa sana y alegre, sino en carcajada gótica desencajada.

Anónimo
Deseaba ver con mis propios ojos todos aquellos secretos guardados. La casualidad y el tiempo me habían concedido la oportunidad esperada. Por mi mente ya solo pasaba la idea de entrar a comprobar lo comentado en sordina por todos los otros.

Anónimo
Saqué el encendedor del bolsillo con tal torpeza que el paquete de tabaco se cayó al suelo. Me agaché y a tiento, además del tabaco, encontré un manojo de llaves. Con la ayuda del encendedor observé que eran las de la habitación vedada, llaves que mi padre siempre llevaba colgadas del cuello.

Anónimo
Más de una vez me había comentado que le gustaba entrar por aquel estrecho pasadizo porque ya olía desde allí los guisos de su madre. Llevaba aquel vestido del verano pasado, estampado de flores y hojas, hasta la rodilla y con vuelo.

Anónimo
Afilados, blancos, bellísimos, se tiñeron de rojo, pero cuando alcanzó la esquina lanzó el cuerpo ensangrentado contra la pared creando un macabro picasso.

Anónimo
Se abrió la puerta del coche y de él bajó una mujer. Detrás de ella se apeó el conductor. La calle estaba vacía. Se situó a la altura del hombre, se sentía débil. La cogió por la nuca, la situó bajo sus dientes, y penetró hasta alcanzar el hueso, sonó como si se quebrase una ramita en el interior de un gran bosque.

Anónimo
Despertó empapado en sudor, con el corazón desbocado y casi sin aire. Al abrir los ojos, todo era oscuridad. Intentó incorporarse en la cama, estirar los brazos, pero el techo y las paredes de madera se lo impedían.

Anónimo
Soñó que le metían en un ataúd. De nada servían sus gritos advirtiendo que estaba vivo. Oía el ruido de la tapa al cerrarse, las paladas de arena al golpear en la madera. Un escalofrío de gusanos le recorría el cuerpo.

José María G. Ocaña - La casa habitada de recuerdos
Su cuerpo nunca fue encontrado, y la casa cayó derrumbada esa misma noche sepultando el secreto del dolor de una madre y la venganza de toda una familia.

Anónimo
Sobresaltada, corrió hasta la ventana para cerrarla, pero no pudo llegar hasta ella. Las sombras de la noche, el alma de su madre, a la que abandonó hacía tantos años, la arrastró definitivamente a un sueño del que nunca volvería a despertar.

Anónimo
La joven heredera se disponía a pasar la primera noche en su nueva casa, la que fue la casa de su familia, la casa en la que nacieron y murieron todos sus antepasados.

Anónimo
Desde ese momento, desde el mismo momento en que cerró la puerta de su habitación, la joven sabía que cualquier cosa podía suceder. La casa silenciosa, la humedad en las maderas... Aquella enorme casa vieja que el caprichoso destino quiso conservar del mal pasar del tiempo se levantaba, en medio del camino, entre rocosas montañas.

Anónimo
Sabía que algún día lo atraparía y no podría escapar. Va a trabajar caminando deprisa, no quiere ver su reflejo en la acera, lo ignora. Pero la sombra le pesa, hasta diría que le está oprimiendo, casi no puede con ella, no le deja respirar, hasta el punto de que acaba tirándole al suelo.

Anónimo
Muero por volar. Muero por ver la ciudad desde el cielo otra vez, aunque sea la última. Pero ya no es posible, ya no puedo. Nunca más podré. Es -era- mi forma de vida. Volaba desde antes del alba hasta el atardecer, para vivir, para comer, o simplemente porque no hay nada mejor.

Anónimo
Cuando entré en la habitación donde chillaba el violín, llamé al patrón. Solo obtuve ruido por respuesta. En la oscuridad, sentí frío. Encendí la luz, y encontré de frente al anciano, que yacía sentado en un sillón, perdida la mirada.

Anónimo
No comprendía cómo sus dedos artríticos podían sostener el violín. Menos aún, cómo podían deslizarse entre las cuerdas con tanta rapidez que hubieran parecido virtuosos si aquella música no sonase como la matanza del cerdo.