Esta manía de saberme ángel, sin edad, sin muerte en qué vivirme, sin piedad por mi nombre... ¿Y quién no posee un fuego, una muerte, un miedo, algo horrible, aunque fuere con plumas, aunque fuere con sonrisas? Siniestro delirio amar una sombra, la sombra no muere y mi amor sólo abraza a lo que fluye como lava del infierno: una logia callada, fantasmas en dulce erección, sacerdotes de espuma y sobre todo ángeles, ángeles bellos como cuchillos que se elevan en la noche y devastan la esperanza.