Me miró atentamente, recorriendo mi cuerpo con una pendiente mirada, percibiendo todo detalle de mí. Alzó su mano, señalándome con una vorágine de inquietud y miedo. -¿Quién eres?- preguntó la pequeña niña, aferrándose a la falda colgante de su vestido color amarillo. Incliné mi cuerpo, apoyando una de mis rodillas sobre el suelo para poder ver directamente el azul de su mirada. -Soy un viajero, y he venido a recogerte, pequeña- dije, acariciando suavemente su cabello.