La alegría es de suma importancia, como cualquier otro afecto necesario en la vida, porque sin su poderoso ambiente la pobre humanidad sería un inmenso caos de amarguras y dolores. Donde ella reina, hay paz y armonía; a su poderoso influjo todo se anima y nos da ánimo para la lucha por la vida. Por el contrario, donde ella falta, todo se presenta bajo el abrumador del más completo tedio y la vida, envuelta en esta atmósfera, se marchitaría y acabaría por sepultarse en los inmensos abismos.