Partió un hombre para la guerra, pero en el camino, oyendo graznar a los cuervos, tiró sus armas al suelo y se detuvo. Las tomó al rato nuevamente y prosiguió su marcha; mas otra vez graznaron los cuervos. De nuevo se detuvo y entonces les dijo: -¡Pueden gritar cuanto les venga en gana, pero no tendrán un banquete con mi carne! Cuando no se tiene determinación en las acciones, estas nunca se llegan a realizar.