Los padres de los actuales pacientes querían, por supuesto, que les fueran perdonadas todas sus crueldades. El niño se daba perfecta cuenta de ello, y su preocupación básica era satisfacer ese deseo para tener contentos a los padres. La represión de los sentimientos hacía posible la reconciliación. El precio a pagar era una incógnita, porque la relación entre la represión y los síntomas permaneción oculta durante largo tiempo.