Digamos al respecto simplemente que el comportamiento de algunas niñas que quieren poner a prueba, en la seguridad del ambiente familiar, su capacidad de seducción, es completamente normal y no justifica ni el incesto ni los abusos sexuales, ni mucho menos constituye una apelación al adulto a práctica sexual alguna, la cual, por regla general, no es resultado de la iniciativa del niño, sino de la del adulto masculino, sobre el cual recae toda la responsabilidad.