Sabría que vendría para cumplir sus palabras, lo que le producía un sentimiento de culpabilidad que le oprimía hasta provocarle un agudo dolor en el estómago. El teléfono quedaba cerca, quizá quedaba tiempo para pedir ayuda, pero no era capaz de mover ni uno de sus miembros de la cama. Estaba encadenada a un futuro que ahora, estaba convencida, era el que le tocaba vivir.