Desde niños han tenido tanto talento que han conseguido hacer las cosas sin esforzarse, y la gente los ha alabado por ello, diciéndoles lo extraordinarios que son. Y acaban concibiendo el tesón como una estupidez. Las melodías que los niños aprenden en tres semanas, ellos las tocan en la mitad de tiempo, y el profesor, convencido de que el niño tiene talento, deja que aprenda la siguiente.