Templada en los fuegos del infierno, su voluntad de hierro se mantuvo firme durante la travesía que se ensaña con los débiles. Porque solo él era el Caminante del Infierno, el Depredador Desencadenado que buscaba venganza en cada rincón, oscuro y luminoso, de hielo y de fuego, en el principio y en el fin, persiguiendo a los esclavos del infierno con bárbara crueldad, pues había cruzado la frontera como solo los demonios habían hecho antes.