No soy tan ingenuo como para olvidar que el saber no trae automáticamente paz y piedad, porque ha ocurrido en la historia que hombres que amaban a Brahms o a Goethe han sido capaces de organizar campos de exterminio. Pero en un gran porcentaje, el progreso del saber todavía puede producir, debe producir, resultados, y para alcanzar estos objetivos debemos continuar nuestra misión, aunque a nuestro alrededor el mundo salte por los aires. No estamos encerrados en una torre de marfil...