El desperdicio de palabras continúa con una pasmosa perseverancia, mientras el camarero corre con la bandeja llena, a cuestas para todos los blanquitos espabilados que se ríen de nosotros, da igual, da igual, siempre y cuando tengas los zapatos atados y nadie te siga muy de cerca. Ser capaz de rascarte y mostrar indiferencia es victoria suficiente. Esas mentes estreñidas que buscan un sentido más alto serán despachadas con el resto de la basura, tómatelo con calma. Si hay luz ya te encontrará.