Pues tienes una oportunidad. Una que no se ha concedido a nadie en siglos, una posibilidad entre millones. O la aprovechas, y al hacerlo decides que eres digna, o te rindes y te marchas. Pero si te vas, luego no valen las quejas. Mientras sigas intentándolo, hay una posibilidad. Pero, si te rindes, ahí es cuando muere el sueño.