"Tienes que tener fe, tienes que tener fe en el resultado" me susurré a mí mismo. Es como un vuelo, un vuelo hacia algo desconocido. Comienzas y no puedes dar la vuelta. Tienes que seguir y seguir, confiando en tus aparatos, el trayecto que has planeado en los mapas y la racionalidad de los sucesos. Lo que salga mal será en gran parte obra tuya: si resulta que es tragedia, entonces, será la tragedia ordinaria de la vulnerabilidad humana.