No respondió durante todo el camino, tampoco me atreví a decirle nada, no sabía cómo reaccionaría. Ella bajó ligeramente el volumen de la radio, haciendo la estancia en el coche más tranquila, aunque, sinceramente, más tensa y aburrida. Los peatones atestaban las calles, normal en un sábado por la noche, cuando todos quieren divertirse y relajarse después de todo el sudor del trabajo de la semana. Al poco tiempo, ya habíamos llegado al lugar.