Coraline entró en la cocina, de donde había salido la voz, y vio a una mujer de espaldas. Su aspecto era similar al de la madre de Coraline, pero... Pero su piel era blanca como el papel. Parecía más alta y delgada. Y además, sus dedos resultaban demasiado largos, no paraban de moverse y tenían unas uñas curvas y afiladas de color rojo oscuro. - ¿Coraline? - preguntó la mujer - ¿eres tú? Entonces se dio la vuelta. Sus ojos eran dos grandes botones negros.