C. S. Lewis
- Narnia, el caballo y el muchacho.
Y entonces alguien más le dio un empujón en el costado y en la confusión del momento soltó a Bree. A continuación todo el gentío situado a su espalda se tornó tan compacto y apelotonado que le resultó imposible moverse. Fue así como se encontró de repente, sin proponérselo, en primera fila y pudo disfrutar de una buena visión de la comitiva que avanzaba por la calle.