Conrad Aiken.
- Encuentro.
Tú, riendo y llorando en este cuarto ridículo con tu mano sobre mi rodilla; llorando porque me crees perversa y desdichada; y riendo por hallar nuestro amor tan extraño; con la vista mutuamente clavada en una última esperanza, ciega y desesperada, de que el mundo entero cambie.
J. Alfred Prufrock.
- La canción del amor
Ya habrá tiempo. Ya lo habrá. Para preparar un rostro que afronte los rostros que enfrentamos. Ya habrá tiempo para matar, para crear, y tiempo para todas las obras y los días de nuestras manos que elevan las preguntas y las dejan caer sobre tu plato; tiempo para ti y tiempo para mí, tiempo bastante aún para mil indecisiones y para mil visiones y otras tantas revisiones.