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conyieie
Oranges are better, fight me >:D

Ichibudo
My family is also fairly superstitious so we never have any of our beds right …

​​​​​​
You're funny

rainy
Hey bro, I know this comment was posted a long time ago, but I hope …

Kung Fu Panda
One of my favourite quotes from Kung Fu Panda :3

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user263053's citations

Tout citations

Anónimo
La gente viene y me habla, pero soy incapaz de oírles por encima de las reverberaciones de mi mente. La gente viene y me mira, pero no puedo ver más que la sombra de sus ojos.

Anónimo
La amena tesitura de aquella mañana de primavera casi le hizo olvidar el eco adormecido del triste lamento en que se había convertido su vida. Pero el delirio permaneció.

George R.R. Martin - Juego de tronos. Príncipe Dothraki.
El príncipe cabalga. He oído el trueno de sus cascos. Raudo como el viento. Sus enemigos se arrodillarán ante él, y sus esposas llorarán lágrimas de sangre.

Tomás de Iriarte - El burro flautista
En la flauta el aire se hubo de colar, y sonó la flauta por casualidad. ¡Oh! -dijo el borrico- "¡qué bien sé tocar, y dirán que es mala la música asnal!" Sin reglas del arte borriquitos hay, que una vez aciertan por casualidad.

Tomás de Iriarte - El burro flautista
Una flauta en ellos halló, que un zagal se había dejado olvidada por casualidad. Acercose a olerla el dicho animal, y dio un resoplido por casualidad.

Tomás de Iriarte - El burro flautista
Esta fabulilla, salga bien o mal, se me ha ocurrido ahora, por casualidad. Cerca de unos prados que hay en mi lugar, pasaba un borrico por casualidad.

Michael Carney - Same Kind of Different as Me
I had a window by my bed. I'd look up at the stars winking at me. Weren't no electric lights blotting out the sky except for the moon cutting a hole in the sky. The nights was just as black as molasses. And the stars glittered like broken glass in the sun.

Michael Carney - Uno tan diferente como yo
Tenía una ventana sobre mi cama. Solía mirar las estrellas parpadeantes. No había luces eléctricas oscureciendo el cielo, solo la luna perforaba la oscuridad. Las noches eran tan negras como las melazas y las estrellas centelleaban como cristales rotos bajo el sol.

Clint Eastwood - Harry el sucio
Sé lo que estás pensando, si disparé las 6 balas o solo 5. La verdad es que con todo este ajetreo también yo he perdido la cuenta, pero siendo este un Magnum 44, el mejor revólver del mundo, capaz de volarte los sesos de un tiro, ¿no crees que deberías pensar que eres afortunado? ¿Verdad que sí, vago?

Gabriel García Márquez - El amor en los tiempos del cólera
Al atardecer recogieron en Puerto Nare una mujer más alta y robusta que el capitán, de una belleza descomunal, a la cual solo le faltaba la barba para ser contratada en un circo. Se llamaba Zenaida Neves, pero el capitán la llamaba Mi Energúmena.

Gabriel García Márquez - El amor en los tiempos del cólera
Ella lo sabía, y empezó a provocar el cuerpo indefenso con caricias de burla, como una gata tierna regodeándose en la crueldad, hasta que él no pudo resistir más el martirio y se fue a su camarote. Ella siguió pensando en él hasta el amanecer, convencida por fin de su amor, y a medida que el anís la abandonaba en oleadas lentas, la iba invadiendo la zozobra de que él se hubiera disgustado y no volviera nunca.

Gabriel García Márquez - El amor en los tiempos del cólera
Con todo, la demora del buque había sido para ellos un percance providencial. Florentino Ariza lo había leído alguna vez: "El amor se hace más grande y noble en la calamidad". La humedad del Camarote Presidencial los sumergió en un letargo irreal en el cual era más fácil amarse sin preguntas.

Gabriel García Márquez - El amor en los tiempos del cólera
El buque avanzaba con sus pasos contados, poniendo un pie antes de poner el otro: un inmenso animal en acecho. Cuando terminó de desahogarse, alguien había apagado la luna.

Gabriel García Márquez - El amor en los tiempos del cólera
Entonces él extendió los dedos helados en la oscuridad, buscó a tientas la otra mano en la oscuridad, y la encontró esperándolo. Ambos fueron bastante lúcidos para darse cuenta, en un mismo instante fugaz, de que ninguna de las dos era la mano que habían imaginado antes de tocarse, sino dos manos de huesos viejos. Pero en el instante siguiente ya lo eran.

Gabriel García Márquez - El amor en los tiempos del cólera
La música cesó después de la media noche, el bullicio de los pasajeros se dispersó y se deshizo en susurros dormidos, y los dos corazones se quedaron solos en el mirador en sombras, viviendo al compás de los resuellos del buque.

Gabriel García Márquez - El amor en los tiempos del cólera
Fermina Daza prefirió refugiarse en el camarote. No había dicho una palabra en toda la noche, y Florentino Ariza la había dejado perderse en sus cavilaciones.

Gabriel García Márquez - El amor en los tiempos del cólera
Su alarma hizo crisis desde la primera semana, cuando se dio cuenta del grado de familiaridad y dominio con que Florentino Ariza entraba en la casa, y de los cuchicheos y fugaces pleitos de novios con que transcurrían las visitas hasta muy entrada la noche. Lo que para el doctor Urbino Daza era una saludable afinidad de dos ancianos solitarios, para ella era una forma viciosa de concubinato secreto.

Gabriel García Márquez - El amor en los tiempos del cólera
Fue una voz solitaria en medio del océano, pero se oyó muy hondo y muy lejos. Fermina Daza supo quién era el autor sin que nadie se lo dijera, porque reconoció algunas ideas y hasta una frase literal de las reflexiones morales de Florentino Ariza. De modo que lo recibió con un afecto reverdecido en el desorden de su abandono.

Gabriel García Márquez - El amor en los tiempos del cólera
El relato publicado con enormes letras góticas de madera en tinta de sangre retumbó como el trueno de un cataclismo en la desvencijada aristocracia local.

Gabriel García Márquez - El amor en los tiempos del cólera
A pesar de su franqueza cruda, no tenía intención de revelárselo a él ni por correo ni en persona, ni le alcanzaba el corazón para decirle qué falsos le sonaban los sentimentalismos de sus cartas después de haber conocido el prodigio de consolación de sus meditaciones escritas, cómo lo devaluaban sus mentiras líricas y cuánto perjudicaba a su causa la insistencia maniática de rescatar el pasado.